Poco a poco ya no me están gustando los sitios ambientosos caraqueños, no por la movida de adentro sino por el protocolo estúpido para poder entrar. Hay 2 tipos de locales de ambiente en Caracas. Los Nice y los Niches. La Fragata, Exodus, Dos Barras, Club H, están catalogados como “antros” donde pasa todo el mundo sea bonito, feo, rico, pobre, hetero, malandro, menor o lo que sea, lo importante es que pague entrada o consuma, dependiendo el día. El primero de los nombrados, es el mas decente de los antros, y el único problema que le veo es que la zona es peligrosa y no tengo donde estacionar el carro, de resto es un antro relativamente agradable.
Ahora vamos con los nice, y aquí es donde me voy a extender porque la gran cantidad de problemas que he tenido últimamente para rumbear es lo que me hace escribir esto. Cool Café, Copas, Triskel y Revo son los sitios IN en este momento para rumbear, bueno, digo yo, al menos son los que a mi me gustan y los que veo un poco más seguros y confiables. El inconveniente está en que de unos 3 meses para acá nos viven rebotando de cuanto sitio entramos. En ocasiones en Triskel usan el viejo truco de “la cédula es falsa” o “esta cédula no es legible” cuando está muy viejita, lo cual sería entendible si fuera cierto, si la cédula realmente fuera falsa o si el año realmente no se leyera, pero no es así. La cédula de mi amiga, en estos dos casos, si era verdadera y el año si se leía perfectamente. Es mas, el portero de Triskel tuvo las santas balls de decir que “la cédula es verdadera pero está trucada”… ¿Cómo puede ser verdadera y estar trucada? ¡Aprende a rebotar gente, pendejo! El problema no era la cédula, el problema era que la apariencia de ciertas personas del grupo quizás no se adaptaba exactamente a la imagen que ellos deseaban. Punto.
Ahora entonces para rumbear no basta con que te “empintes” un poquito, no, ahora tienes que andar emperifollado y exudar dinero, porque esa es otra, aparte de la apariencia de niño IN y COOL, tienes que dártela de burguesito y hacerles creer a los porteros o porteras que vienes a derrochar dinero, así cargues lo justo para la entrada y tengas que estar hasta el día siguiente que abra el metro porque no tienes para un taxi.
¿Y qué pasa si no eres bonito? ¿Si no cargas gelatina en el pelo? ¿Si no llegaste en carro? Fácil, la gente de Copas ideo la respuesta perfecta. ¿Tienen invitación? Es que esto es una fiesta privada. Bull shit!!!! La primera vez que nos rebotaron en Copas fue por dos cosas, primero, éramos 9 personas y segundo, de las 9, la mitad no tenía apariencia de niñas lindas o con plata. La otra mitad podía meter la coba, pero éramos menos, así que ya teníamos la cosa perdida. Una de nosotras estaba hablando con la portera a ver que se podía hacer y ella le dijo “te puedo dejar pasar a ti y a ellas 2, pero al resto no”. ¿Explicación? No, no era ninguna fiesta privada. Después fuimos mi amiga y yo, habiendo “fiesta privada” y a esta si pudimos pasar… ¿Qué casualidad no?
Cool Café por otra parte es menos selectivo para dejar pasar a las personas, pero una de las cosas que me molesta de ellos es la insistencia exacerbada de la catira (la anfitriona que siempre te ubica cuando llegas) en que consumas consumas y consumas tan rápido como puedas. Yo consumo lo que quiera, sea mucho o poquito, si quiero 10 cervezas me las tomo, si quiero 2, solo quiero 2, ni una mas ni una menos y me molesta sobremanera que me quieran botar de la mesa solo porque no bebo mi estúpida cerveza o mi insípido jugo o mi desaborida agua al ritmo que ella desea. Tampoco soporto al flaco necio que siempre esta detrás de la barra, el que parece el hijo retrasado del dueño o algo así. A él nunca nadie le ha mostrado un libro de mercadeo o imagen empresarial. Un viernes, tipo 7 de la noche fui con mi pareja a comer en cool. Fuimos a esa hora para poder encontrar mesa, al entrar, todo estaba casi vacío, cual es mi sorpresa que cuando pedimos una mesa NO hay… Aparentemente todas estaban reservadas y solo estaba disponible la barra. Mi novia y yo no podíamos tomar alcohol, solo queríamos comer, y no íbamos a hacerlo en la barra. Pedimos nos devolvieran el dinero de la entrada y ¡otra sorpresa! El flaco dice que no lo puede devolver. Le pido una explicación lógica la cual no tiene y al final después de presionarlo para que me diera una respuesta de gerente, me dio una respuesta de un niño de kinder: “porque no quiero”. Era la primera vez que mi pareja iba a Cool y la impresión que se llevó de ese sitio fue la peor. El flaco antipático cambio la satisfacción y la fidelidad de 2 clientes por ganar 30 mil bolívares. El y el resto de los socios o dueños de Cool deben agradecerle a Dios por tener tanta gente con talento haciendo los espectáculos, porque si fuese por servicio y atención al cliente, Cool estaría quebrado desde hace mucho.
Este es el único país donde la gente tiene que jalar bolas para recibir un servicio pago. En Caracas los ejecutivos tienen que rogarle a los hoteles 4 y 5 estrellas para que les reserven una habitación, y los jóvenes tenemos que rogar que le caigamos bien al portero y que no nos veamos tierruos ese día para que nos den el regalo de poder pagar una entrada carísima para poder entrar a un sitio donde seguramente estaremos como sardinas en lata.
En Venezuela definitivamente la oferta no satisface la demanda. Pasa con la leche, los hoteles y las discos gays.